¿Cómo superar el despojo, la provocación y la violencia para convertir la adversidad en una coyuntura para crecer gracias a ella? ¿Cómo alentar esperanza e indicar pistas a los fines de la participación desde la diversidad? ¿Cómo trazar caminos hacia una vida más productiva y creativa? Es serio motivo de orgullo la lluvia de ideas innovadoras, proveniente de las voces llenas de entusiasmo de los gobernadores y alcaldes que valientemente han asumido el reto. Creemos, sin embargo, que se requiere sumar otro motor de cohesión social, relacionando la distancia entre los actores sociales, la integración entre ellos y el todo y la fuerza que los conecta. En atención a ello y revirtiendo las campañas perversamente dirigidas a destruir toda referencia histórica cimentada en el imaginario colectivo, debemos comenzar por fortalecer el sentido de pertenencia a la ciudad o al territorio urbano como un todo. En la capital de la República, por ejemplo, un buen catalizador podría ser el propiciar, y al compás de su himno, gritos honrosos, como: "Caracas es mi ciudad", "soy caraqueño". A partir de tal principio integrador de las diferencias y generador de incalculable potencia propulsora, invitar a los ciudadanos a participar en el diseño de una compartida visión estratégica de una ciudad moderna, sustentable, competitiva y plasmada en un "mapa", cuya leyenda hable de la inclusión territorial.
De cara a la complejidad y la fragmentación del "mapa" que desdibuja la confluencia de aspiraciones comunes, hay que reducir distancias, mediante la promoción de vínculos que atraviesen la adversidad desde el ámbito familiar hasta la sociedad en su conjunto. ¡Resistiendo el centralismo y la anarquía territorial, abramos las puertas a la gente y actuemos juntos de adentro hacia afuera y de abajo hacia arriba! A partir de la añoranza por el terruño o lugar donde uno nació o vive, tenemos que descubrir, construir, "mapear" y potenciar redes socio-territoriales, empezando por las propias a las actividades económicas y, sobre todo, las de ciudadanos organizados que, con sentido de identidad y pertenencia a su barrio, su urbanización, su parroquia, su municipio y su estado, se comprometan con proyectos de conformación de lugares dotados de infraestructuras de encuentro y sinergia. Haciendo ciudad desde sus habitantes, podremos construir ciudadanía, aprender a crecer gracias a la adversidad y trazar caminos hacia una vida más productiva y creativa.
Artículo publicado en el Diario Tal Cual
viernes 19 diciembre de 2008
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