Los nombres de las esquinas de Caracas son casi siempre un compendio de su historia. Sirven para mantener vivas algunas tradiciones históricas y al mismo tiempo ofrecer ciertos indicios acerca de las costumbres de las personas. Cada nombre está ligado a una historia, algunas veces humorísticas, otras tristes o históricas, todas ligadas al pasado de la ciudad. Caracas es, tal vez, la única ciudad en el mundo donde cada esquina tiene un nombre, y que sólo un nativo, o un residente de muchos años, podría nombrarlos en su orden correcto.Los nombres de las esquinas de Caracas tienen también sus aduladores y sus detractores. Unos consideran estos nombres expresión de la historia popular, del carácter y espíritu de la ciudad. Nombres inseparables de su arquitectura. Otros creen que son rémora, testimonio de atraso, sinónimo de ridículo ante propios y extraños. Algunos de esos nombres tienen una comicidad que rompe con la cotidianidad de la ciudad. Unos aparecen resplandecidos por cierto halo de misterio. Otros tienen olor de vida picaresca. Todo en su conjunto despide lírico destello. Poesía, novela, historia. La vida de la ciudad deja impresa sus huellas en esos nombres de calles, plazas y esquinas. Una vez se intentó colocarle números a estas esquinas para prescindir de tales nombres pero todas las tentativas parecieron inútiles. La tradición prevalece sobre el modernismo.
Esquina del Socorro
Antes de que se construyeran la avenida Fuerzas Armadas, existía un "puesto de socorro" y por ello adoptó su nombre. Algunos dicen que era por el emblema del dios de Socorro que había sobre la puerta del local, pero no es cierto. Su nombre deriva solamente debido al puesto que una vez existió en ese lugar de la Caracas de ayer. Esto indica a nuestro entender, que los hechos más corrientes suelen ser el origen de un nombre.
Esquina El Cují
Según cuenta la leyenda, en esta esquina se alojaba un zapatero llamado Carrasquero. Este señor era algo extraño, era como una especie de astrólogo. Él veía señales de muchas cosas que podían suceder, en el movimiento de las estrellas, las ramas de los árboles y hasta en el aullido de los perros. Dicen que él tenía visiones acerca de un tesoro enterrado cercas de una mata de cují. Así que decidió hablar con un monje del Monasterio de San Jacinto y preguntarle que podía hacer para localizar con más exactitud el sitio donde estaba el tesoro. El monje, para jugarle una broma al señor Carrasquero le dijo que fuera al sótano de la iglesia a la medianoche para que algún espíritu le informase lo que quería saber. El señor Carrasquero acudió al sitio a la hora indicada, y efectivamente, le apareció un espíritu quien le dio unas indicaciones absurdas y que casi lo mató del susto. Luego, el monje fue en busca del señor Carrasquero y lo encontró asustado debajo de unas escalinatas. Así que esta graciosa historia lleva el nombre del apacible árbol que le dio sombra al zapatero: El Cují. En esta misma esquina se cuenta una anécdota que figura en la historia de la ciudad de una manera interesante: El 24 de julio de 1821, vivía en esta esquina, una dama de profundos sentimientos realistas llamada doña Josefa Echenique. Cuando ella vio al héroe revolucionario General Bermúdez, quien pasaba por allí en camino hacia el combate que se desarrollaba en El Calvario, decidió "darle su merecido" cuando regresara. Así que se consiguió un balde de agua caliente. Cuando vio pasar al buen General que venía de regreso, se lo vació encima gritando: "¡Agua caliente para un insurgente!" A pesar de esta historia, la esquina todavía lleva el nombre de El Cují.
Esquina Ña Romualda
En este sitio (hoy cubierto de cemento y por donde pasa una amplia avenida) tiene un origen muy humilde: El de la señora Romualda. Esta señora tenía una pulpería donde servía suculentas comidas, al igual que las bebidas de costumbre. A esta señora se la puede comparar, tal vez, con el Coronel Sanders, en que preparaba y servía un mondongo "como para chuparse los dedos". Un mondongo que era apreciado par la crema y nata de Caracas, incluyendo el presidente Páez.
Esquina Las Ánimas
Esta esquina tiene una particular anécdota de la cual deriva su nombre. Aunque es difícil de concebir en la actualidad, la Caracas de antaño era una ciudad sin alumbrado en las calles. Las únicas luces eran las que iluminaban la imagen del santo patrón de la familia, situado en lo alto de la puerta de cada casa; generalmente eran luces pequeñas, del tamaño de una vela. La gente era tan supersticiosa como religiosa, y se decía que cuando alguien estaba agonizando se podía escuchar el canto fúnebre de los espíritus mientras esperaban la próxima partida de aquella alma. Así que, naturalmente, un grupo de jóvenes, decidieron averiguar acerca de los cantos misteriosos que se oían en esa esquina. Los jóvenes se quedaron a pasar la noche en la oscura esquina y efectivamente, el canto comenzó: entonces varias figuras se materializaron en medio de la oscuridad envueltas en sábanas tan blancas como la nieve y lentamente desaparecieron de nuevo. "¡él espíritu de las almas en pena!!!" Sin duda alguna los jóvenes huyeron rápidamente y así quedó el nombre: Las Animas. Se creyó después que las "supuestas ánimas" eran un grupo de mujeres haciendo penitencia.
Esquina Padre Sierra
Esta es una de las esquinas de las pocas esquinas cuyo nombre ha perdurado sin cambio alguno desde los tiempos de la colonia. A esta particular esquina se le dio el nombre del padre Don José de Sierra quien vivió en esta esquina en 1766. A este padre se le recuerda por sus acciones humanitarias y por sus sacrificios personales durante el terremoto y la epidemia de viruelas que azotó la ciudad en 1766. El Padre Sierra murió víctima de está enfermedad que contrajo cuando se dedicaba a curar y proteger a los enfermos.
Esquina Angelitos
En esta esquina, la imaginación del pueblo consolidó ese nombre que parecía ser de mucho antes de la anécdota. Dicen los pobladores de la ciudad, que el presidente Páez en sus ejercicios de patriota, cortejaba una mujer ajena en aquel lugar. Para no ser sorprendido in fraganti en actos alevosos de machismo que le podrían acarrear enfrentamientos, en esa misma esquina que sigue teniendo aquel nombre, colocó un grupo de guardias, bien armados, cuya misión era impedir la llegada de "chaperones" o visitantes no deseados. Aquellos "angelitos" apostados en plena calle trascendieron a la historia de la ciudad sirviendo de epónimos de esa esquina
Esquina El Muerto
Hay una esquina llamada El Muerto, que debería estar asociada a algún desastre. Sin embargo, no es tan siniestra como se podría esperar. Durante la llamada guerra de los cinco entre los centrales y los federales, ocurrían batallas en las calles de Caracas. Sin embargo, las personas que no estaban involucradas cerraban las puertas de sus casas y no salían por ningún motivo, por lo que la mayoría de los heridos morían por falta de atención. Luego, cuando terminaban las batallas, pasaban un grupo de camilleros en unos carruajes a caballo para recoger los cadáveres para darle su santa sepultura. Una vez mientras se recogía a un cuerpo tirado en el suelo en esta esquina y cuando se disponían a cumplir con su triste deber, de repente se levantó el cadáver y con una voz temblorosa les dijo: " no me lleven a la tumba, que todavía estoy vivo". Los camilleros lo dejaron caer y huyeron despavoridos. Este hecho fue considerado como una obra del diablo y el cuento fue recorriendo la ciudad de boca en boca. Los vecinos del lugar solían detenerse para indicar a los visitantes diciéndoles: " esta es la esquina donde se levantó el muerto", y poco a poco la esquina comenzó a ser conocida por su nombre actual: La esquina El Muerto. Aquellas personas que deseen conocer el lugar de esta resurrección, puede bajar en dirección sur por la Avenida Fuerzas Armadas hasta llegar a la esquina los Isleños. Allí se encuentra la iglesia San Agustín, doble una cuadra a la derecha y habrá llegado.
Esquina El Chorro
En la Plaza El Venezolano se encuentra la Casa Natal del Libertador y el Museo Bolivariano. Cuando le damos la vuelta a la plaza nos encontramos que se encuentra rodeada por las siguientes esquinas: La esquina de San Jacinto, Traposos, Doctor Paúl y El Chorro. La primera tomó su nombre de los monjes de esta orden que establecieron su monasterio donde se encuentra hoy el edificio del Banco de Comercio. La segunda esquina, la de Traposos, debe su nombre al hecho de que cerca de allí se encontraba una casa que era considerada como santuario para aquellos perseguidos por la policía, generalmente personas pobre y harapientas y la tercer esquina lleva el nombre de un doctor que vivió hace años en ese mismo lugar.
En la cuarta esquina, El Chorro se cuenta una anécdota muy curiosa:
Durante la guerra de la independencia, había dos hermanos llamados Agustín y Juan Pérez. Estos hermanos eran originarios de las islas Canarias, quienes vivían en una casa situada en esa esquina. Ellos preparaban y vendían una bebida llamada "guarapo" (hecha con azúcar morena, agua limón o algún otro sabor), y tenían la fama de ser los mejores "guaraperos de la ciudad". Es más los pobladores caraqueños los recordaban como "los reyes del guarapo". Para evitar el desgaste de la puerta del establecimiento debido a su gran clientela, Agustín Pérez diseño un sistema para despachar las bebidas desde el interior de la casa, sin necesidad de que entraran los clientes. Estaba formada por una serie de grifos en la parte exterior y ranuras para introducir las monedas. Cuando el cliente metía el dinero, Agustín accionaba de una cadena, lo que permitía la salida de un chorro del guarapo seleccionado. Paríamos decir que esta fue la primera maquina de venta automática en Caracas. De esta manera esta esquina tomo su nombre: De un Chorro de guarapo.
Esquina Las Monjas
Por mandato del general Joaquín Crespo, mediante decreto de fecha 20 de febrero de 1895 el arquitecto Hurtado Manrique diseñó el Arco de la Federación. El mismo fue construido por Evaristo Padillo y Alejandro Chataing en El Calvario, el cual había sido convertido por el General Antonio Guzman Blanco en paseo. Con este Arco, el General Crespo, en recuerdo de la Guerra Federal ocurrida entre 1859 y 1863, quiso conmemorar "la idea más noble y santa surgida de pensamientos patrióticos para complemento de nuestra libertad". Fue inaugurado el día 28 de octubre de 1895. En la parte alta de este elegante y hermoso arco, inspirado en el Arco de Triunfo de Paris, se lee la palabra "Federación".
Esquina Las Gradillas
El nombre de Las Monjas parece algo inadecuado para una esquina donde se encuentra el edificio del Capitolio Nacional, la Casa Municipal, una plaza y un rascacielos, donde se encuentran numerosos joyeros, pero hay una particular razón que deriva su nombre. A principios del siglo XVII, hubo una viuda rica que decidió dedicar su vida y fortuna a la Iglesia. Ella era la dueña de la manzana entera donde se encuentra hoy el Capitolio, donde había una casa de dos pisos. La viuda convirtió este edificio en el Convento de Santa Clara. Entonces, ella, sus cuatro hijas, tres sobrinas, y otras dos jóvenes, tomaron los votos como monjas de esa orden. La orden creció hasta que en 1760 ya existían 70 monjas. Es interesante notar que todas las monjas eran blancas, ya que la orden no aceptaba personas de sangre mestiza. Luego, en 1874 el presidente Guzmán Blanco emitió un decreto prohibiendo todos los conventos y monasterios de Venezuela, alegando que "una República de finales del siglo XIX con ideal tan liberales era inconcebible que existieran estos conventos donde la gente se encierre para toda la vida". Así que el convento Santa Clara fue cerrado, las monjas desalojadas y el edificio demolido para dar paso al actual edificio del Capitolio, sede del Congreso.
Esquina La Torre
Una cuadra al sur de Las Monjas está la esquina de San Francisco donde toma su nombre del Templo que allí se edificó en 1575 por una comunidad Franciscana proveniente de Santo domingo. En este lugar, en 1813, se le consagró a Simón Bolívar el titulo de Libertador y también el 17 de diciembre de 1842, se realizó los funerales del Libertador con el Réquiem de Mozart. Los restos de Bolívar permanecieron en este templo hasta el día 23, cuando fueron trasladados a la Catedral de Caracas. En esa esquina también se encuentra una majestuosa Ceiba llamada: La Ceiba de San Francisco. Es el árbol de Caracas.
Esquina La Principal
Según esta era considerada como una de las esquinas más elegante de Caracas. La elite social se paseaba con sus mejores trajes para mirar y ser vistos. Esta esquina ubicada posteriormente cerca de la plaza Bolívar, un doctor de nombre Juan Pérez Aristeguieta construyó una amplia y hermosa casa, y al morir se la legó a Simón Bolívar. Luego, la venta de la casa produjo el primer ingreso en efectivo utilizado por Bolívar en la Guerra de Independencia El nuevo dueño convirtió la propiedad en un pequeño centro comercial y la esquina perdió un poco su elegancia. Sin embargo, las Gradillas continuó siendo un sitio para escritores, poetas, y el paseo favorito de mujeres hermosas.
Esquina Madrices
Según cuentan que un ciudadano de nombre Domingo Rodríguez de la Madriz construyó en esta esquina una hermosa casa para celebrar su matrimonio. En esta casa nacieron su hijo e hijas y era escenarios de numerosas cenas distinguidas y fiestas de gala. Luego, la casa fue ocupada por diferentes personalidades históricas. Sin embargo, a pesar de su esplendor la casa fue derribada en nombre del progreso. Por ende, la esquina lleva ese nombre en recuerdo de la lujosa casa y de las bellas hijas del capitán Domingo Rodríguez de la Madriz.
Fuente: Foro http://www.ciao.es
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